El silencio del músico
Paz y Bien…
Este escrito es un resumen que preparé para el 11vo Taller y Encuentro de Ministerios de Música Católicos, que se celebró en Casa Cristo Redentor, Aguas Buenas, en septiembre - octubre de 2006. Está tomado del libro “El silencio del músico”, de Martín Valverde.
Silencio en la casa de Dios
-Aun si puedes cantar, no dejes de discernir si es o no momento de guardar silencio. De otra forma tu servicio no será completo y habrás perdido el equilibrio en este asunto.
-Muchos músicos se alejan al descubrir lo que identifican como “restricciones a su ministerio”. Una de ellas es el silencio que, bien apreciado, debe considerarse como aliado y jamás como un estorbo para disfrutar, lo más que se pueda, nuestra estancia frente al Señor en su casa.
Silencio en su presencia
-Los músicos que saben callar, son poderosos instrumentos en las manos del Señor… y el enemigo lo sabe.
- Quien no puede guardar silencio frente a Dios, no podrá escucharlo.
-Lo delicado de todo este cuadro es que muchas veces se arranca de raíz un silencio que viene de Dios.
Aprendiendo a escuchar
-Dios te habla pero sabe cual es la intensidad del volumen que pueden soportar tus oídos y espera amorosamente a que vayas acostumbrándote a Su voz.
-Cuántos músicos que conocemos pasan dormidos la mayor parte de su tiempo sin reconocer la voz del Señor, a pesar de que prácticamente viven en el templo o en la parroquia sirviendo en la Celebración misma de la Eucaristía.
-El ejercicio de guardar silencio no es una disciplina de la boca, más bien de los oídos. Como músicos debemos dominar gran cantidad de disciplinas y conocer muchos instrumentos, pero sobre todas las cosas debemos conocer la voz de Dios, porque somos sus profetas y no podemos representar a una voz desconocida.
-Lo único con poder en nuestro arte será el transmitir la voz de Dios que muchas veces solo se puede oír en el silencio y no nos debe resultar ajena. “Las ovejas escuchan mi voz…” “a sus ovejas las llama una por una…” (Juan 10, 3)
-¡Dios quiere ser escuchado, anhela hablarnos, pero mientras no le oigamos, este estado de sequedad en muchos sectores de nuestra Iglesia va a permanecer!
-“Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré a su casa…” (Ap, 3,20)
-“Dichoso el hombre que me escucha, porque ha hallado vida…” (Pr. 8,34)
-“lo que les mandé fue esto: escuchen mi voz, para que en todo les vaya bien…” (Jer. 7,23)
-Escuchar es un acto de fe, un acto de obediencia que Dios premia. Escuchar nos prepara para servirlo, seguirlo y contemplar Su poder.
-¡Basta ya de cantos en los que no suena la voz del Maestro! Es necesario que si te estorba tu instrumento, para escucharlo, lo dejes a un lado. ¡Basta ya de cantarle sin conocer su voz!
-Aprende a escuchar Dios completamente para responderle también completamente. Una respuesta a medias, es casi siempre resultado de oírle a medias.
-En cualquier presentación, nuestra música debe mostrar la Fuerza del Poder y la Autoridad de Dios, pero debe tener ese toque de intimidad y espiritualidad que la haga especial y diferente a otras. Debemos evitar quedarnos con el ruido confundiéndolo con la voz de de Dios. No importa que se trate de música cristiana, si no contiene este detalle, se vuelve nula e ineficaz.
-Disminuye la marcha en tu camino y reconoce humilde y abiertamente tus limitaciones para escucharle y renunciando a toda clase de ruidos que puedan distraerte, pide a Dios con fe: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. (Is 3, 10)
El silencio de Dios
-Silencio, instructor y exigente “Jesús no le respondió palabra…” (Mt 15, 23)
-Que el silencio de Dios sea una oportunidad para ver la medida en que ha crecido nuestra fe.
Jesús frente a sus enemigos
Frente a Pilato – “…pero Jesús no le respondió ni una sola palabra…” (Mt 27,14)
Frente a herodes – “Le hizo muchas preguntas pero Jesús no le contestó nada.” (Lc 23,9)
-Más que hablar y cantar, deberás utilizar el arma del silencio para confundir a tu enemigo. Pide esta sabiduría que sólo puede venir de El y de ninguna otra fuente y que sea el Señor quien nos enseñe a usar este poder.
Silencio amoroso: paciencia de Dios
-“Callará de amor, mientras te renueva, se gozará sobre ti danzando con gritos de alegría, como en los días de fiesta” (Sof 3, 18)
-Nuestro silencio musical debe ayudar a otros a salir al frente.
El silencio de David
-Todos debemos saber que David siempre ha sido considerado músico por excelencia.
-David, escucharía el susurro de su propio corazón, encontrando que la obediencia a Dios es la Perfecta Sinfonía del Universo.
-Cuando nos salimos de órbita y desobedecemos al Señor apartándonos de su presencia, eso nos enfría de palabra y de obra, y aunque cantemos bonito, como estrellas en extinción, o cometas cuyo centro es puro gas sin ninguna solidez. Si una estrella llegara a salirse de su órbita sería gravísimo, pero un hijo de Dios que se aleja de su voluntad es un problema mucho mayor.
-Un músico en la órbita exacta, hará llegar muy lejos el mensaje que predique dos veces al cantar.
-Si quieres ser instrumento afinado en las manos de Dios, es necesario escucharle, atenderle, oírle con atención, este es el requisito inicial para servirle.
-Lo que el silencio enseñó a David sobre los mandamientos:
Perfectos – No tienen defectos, Dios no se equivoca. (v. Rm 12, 2)
Veraces – Dios te habla claro y de frente y te garantiza que la verdad te hará libre. (v. Jn 8, 32)
Claros – Te exigen sinceridad. (. Is 30, 21)
Puros – Provienen de Dios y producirán en ti pureza, que es la suma de la dignidad y la humildad. (v. Mt 11, 28)
Todo esto produce:
Consuelo para el alma – Nuestra alma encuentra fuerzas en medio de las luchas cuando sabe que va por el camino correcto. (v. Mt 11,28)
Sabiduría – Dios te hará saber y te ayudará a expresarte. Un músico sin sabiduría desafina no por su voz sino por su incoherencia. (v. Lc 10, 21)
Gozo del corazón - El gozo que Dios nos da es una actitud que abre puertas y parte las montañas. (v. Ne 8, 10b)
Luz para los ojos – Sabrás por donde vas, ver claro es empezar a saber. (v. Jn 8, 12)
Equilibrio – Dios tomó la decisión de amarte y dar frutos a través de ti. Para que no te apartes de sus mandamientos necesitas estabilidad y equilibrio integral como persona. Déjate hacer y El logrará en ti. (v. Jer. 29 11)
Justicia – Proponerse extender el Reino de Dios para que haya justicia para todos, es haber encontrado tu razón de vivir. (v.Ef 6,14b)
Termina con una sabia petición: “Que te sean gratas las palabras de mi boca y el susurro de mi corazón, sin tregua ante Ti, Señor, roca mía, mi Redentor”. (Salmo 19, 15)
-Desde ahora mantendrás contra el orgullo, una lucha a muerte para que no llegue a dominarte jamás.
-El orgullo no deja ver ni escuchar y mucho menos permite que obedezcamos a Dios. Nos hace sonar desafinados a sus oídos.
-Aunque seas el mejor músico cristiano, la semilla del orgullo puede detener o desviar tu camino y ministerio, sacándolo de la órbita que Dios pensó para ti.
-El silencio de Dios es Luz para ver en la oscuridad del ruido.
- la dimensión, unción y Presencia de Dios que adquiere un músico que está en esta frecuencia y ha aceptado sus faltas a la Luz de Su Amor, es tremenda y poderosa, única e irrepetible.
Ahora te toca a ti…
Quédate en silencio y medita, descubre ante Dios tus faltas ocultas y tu orgullo. Esfuérzate por escuchar el susurro de tu corazón.
¿Sabes cuál es el susurro de tu corazón? ¿Puedes oír esa parte interna y entender lo que quiere comunicarte? Al escucharla, David, consiguió llegar al fondo de lo que esto significa: ¡Dichoso el músico que llegue hasta acá! ¡Dichoso el músico que logre escucharse! Llegará lejos y su música aún más que él; conocerá el Amor como en realidad es y podrá transmitirlo y cantarlo como nadie.
Guarda silencio otra vez, pero ahora tratando de escucharte. Tu corazón tiene algo que decirte. Recuerda lo que Dios dijo a David: “haz todo lo que te dicta el corazón, porque el Señor está contigo.” (2S 7, 3)
-Tu música y tu interpretación serán como piedras preciosas que valen todo, pues mucho hubo que excavar antes de alcanzarlas y sabrás que toda esta prueba de amor llamada silencio, valió la pena al darte cuenta de las almas que se salvan y se sanan por ella.
-El Silencio es sinónimo de acompañar.
“Ora a tu padre que está en lo secreto (en el silencio) y tu Padre que ve en lo secreto (que habla y escucha en el silencio) te recompensará.” (Mt 6, 4)
Dejemos actuar a Dios y permitamos que nos cubra el silencio de Su Amor.